Candado
El piso finalmente, ha alcanzado un techo.
Las paredes, acá y allá, se han hecho firmes.
Y a una puerta siempre mal abierta finalmente
se le ha puesto aceite, y un candado.
El día de todos nosotros, tiene sólo veinticuatro horas.
Repartidas en deberes, quereres y pudieres.
Todos miramos distinto, desde distintas alturas,
y nuestros motores no rinden lo mismo.
Así cada quien, sin pretextos razonables
escoge simplemente su punto de vista.
No debería importar nada más a los demás
que aquello en lo que acordamos ciento por ciento.
O de acuerdo al protocolo, así parece.
Las paredes, acá y allá, se han hecho firmes.
Y a una puerta siempre mal abierta finalmente
se le ha puesto aceite, y un candado.
El día de todos nosotros, tiene sólo veinticuatro horas.
Repartidas en deberes, quereres y pudieres.
Todos miramos distinto, desde distintas alturas,
y nuestros motores no rinden lo mismo.
Así cada quien, sin pretextos razonables
escoge simplemente su punto de vista.
No debería importar nada más a los demás
que aquello en lo que acordamos ciento por ciento.
O de acuerdo al protocolo, así parece.
Comentarios