Brillo y Color

Hay dos sociedades coexistiendo en paralelo.

Hay una que siento cuando me despierto, 
en una habitación apenas oscura y demasiado borrosa,
herida por los rayos del sol sangrando a través de las ventanas. 
Donde la mente intenta recordar dónde estamos, y hacia dónde vamos,
sin reparar en los porqués.
Donde me miro al espejo tras lavarme la cara y caigo en un monólogo
de preguntas silenciosas.

Donde la única forma de responderlas, es poniendo manos a la obra,
pensando en mi tribu, en su bienestar y en su óptimo desarrollo.

Adquirir un lugar de relevancia que justifique las decisiones
que darán forma al futuro y las decisiones tomadas,
aprendiendo de los errores, forjando experiencias honestas y perdurables.

Limando aristas, recortando las uñas, acicalando las púas del dilema del erizo para acercarse sin miedo a dañar.
Y desde ahí, avanzar de a un paso a la vez, conectando los puntos entre personas.


Está la otra realidad, esa que se materializa en los rostros grises 
y los ojos apagados de la gente en la calle, donde todo brillo y color
proviene de televisores, vidrieras y carteles publicitarios. 
Donde la única palabra aceptada es la escrita en titulares ordenados inconvenientemente.
Donde lo prioritario se resuelve en eventos guionados
para una audiencia en piloto automático.

Donde la única esperanza que vale es el miedo,la resignación, o el aislamiento.

Adquirir un lugar en una fila arbitraria en el cual las decisiones
se toman por necesidad y urgencia, racionalizando errores cometidos
sin aprendizaje, aliando sospechosos y paranoicos. Insensibilizando la piel, afilando las garras, envenenando las lanzas para castigar atrevimientos.
Y desde ahí avanzar, de a un cadáver a la vez, marcando con sangre a futuros transgresores.




Tal vez ninguna sea real. Tal vez ambas sean ciertas.
Tal vez yo viva en una, y al despertar entre en la otra.

Cuál será cuál...?

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