Verdades que dolerán
Hay momentos en que el tiempo entre amigos
alimenta la honestidad, endurece el ingenio
y vuelve crudo al intelecto.
En momentos como estos, poco me importa el aparentar,
o el pretender de que el daño hecho ha sido inofensivo,
de que las palabras mal elegidas mucho y profundo han dolido.
En momentos así, sin más pendiente que el absoluto racconto,
tenés que bancarte que te diga cuánto ofende verte desnudarte,
robándole a los placeres gran parte del sabor y la razón de ser.
O tener que leer que me harté de tu debilidad.
De tu falta de coraje para enfrentarte cara a cara en justa lid.
De la enorme distancia que nos separará así estemos compartiendo el mismo cuarto.
De cómo hacés pactos con la conveniencia, y nunca con tu voluntad.
De cómo te conformás con las migajas patéticas que llamás felicidad,
y que ni siquiera son para tu disfrute, sino el desecho que otros dejan.
En momentos así, me importa una mierda quién digas ser,
o quién juegue a manipular tus aristas más inestables.
Lo único que importa, es que no sos bastante menos de lo que creés ser,
porque dejás que cualquiera pague tu rebajado, ridículo y barato precio.
Que te faltan kilos de valor para aceptar tus gramos de cobardía.
Que sos lo que querés ser, porque te condenaste a tus decisiones equivocadas.
Que te enteres que ningun dolor conocido va a hacerte arder jamás, tanto.
Que arderá de tu bronca, de tu ira reprimida, de tus orgasmos mal acabados.
Que acabará con una devoción irracional que jamás vas a aceptar,
y que vas a buscar estúpidamente toda la vida, incluso cuando sea (y ya es!) demasiado tarde.
En momentos así, te declaro incompetente para bancarte la vida.
Para llegar a un punto más alto en toda escala de tus sentidos.
Para darte cuenta de tu inmortalidad, y del gozo que ejerce influencia.
Para quitarte ese estigma de lo que los idiotas de tus pares dirán.
Para soportar sin culpas tu naturaleza más indecente y animal.
En momentos así es cuando no dejo que el velo de la cortesía
acalle mis pensamientos, mis estocadas y mis aullidos:
porque no entendés que tal y como escribo, con elocuencia me expreso,
porque no aceptás que tu sed de sangre sólo mi violencia la puede calmar,
porque jamás vas a oír, si de mi depende, la nota de mi garganta que de por vida, te va a manchar.
Seguí interpretando el mismo papel para los mismos mentecatos...
antes que gastar mi tiempo en vos, prefiero irme a buscar acertijos a otro lado.
Porque esta es la verdad que siempre quisiste que te dijeran
y nunca te dejaron, o nunca te permitiste, oír.
alimenta la honestidad, endurece el ingenio
y vuelve crudo al intelecto.
En momentos como estos, poco me importa el aparentar,
o el pretender de que el daño hecho ha sido inofensivo,
de que las palabras mal elegidas mucho y profundo han dolido.
En momentos así, sin más pendiente que el absoluto racconto,
tenés que bancarte que te diga cuánto ofende verte desnudarte,
robándole a los placeres gran parte del sabor y la razón de ser.
O tener que leer que me harté de tu debilidad.
De tu falta de coraje para enfrentarte cara a cara en justa lid.
De la enorme distancia que nos separará así estemos compartiendo el mismo cuarto.
De cómo hacés pactos con la conveniencia, y nunca con tu voluntad.
De cómo te conformás con las migajas patéticas que llamás felicidad,
y que ni siquiera son para tu disfrute, sino el desecho que otros dejan.
En momentos así, me importa una mierda quién digas ser,
o quién juegue a manipular tus aristas más inestables.
Lo único que importa, es que no sos bastante menos de lo que creés ser,
porque dejás que cualquiera pague tu rebajado, ridículo y barato precio.
Que te faltan kilos de valor para aceptar tus gramos de cobardía.
Que sos lo que querés ser, porque te condenaste a tus decisiones equivocadas.
Que te enteres que ningun dolor conocido va a hacerte arder jamás, tanto.
Que arderá de tu bronca, de tu ira reprimida, de tus orgasmos mal acabados.
Que acabará con una devoción irracional que jamás vas a aceptar,
y que vas a buscar estúpidamente toda la vida, incluso cuando sea (y ya es!) demasiado tarde.
En momentos así, te declaro incompetente para bancarte la vida.
Para llegar a un punto más alto en toda escala de tus sentidos.
Para darte cuenta de tu inmortalidad, y del gozo que ejerce influencia.
Para quitarte ese estigma de lo que los idiotas de tus pares dirán.
Para soportar sin culpas tu naturaleza más indecente y animal.
En momentos así es cuando no dejo que el velo de la cortesía
acalle mis pensamientos, mis estocadas y mis aullidos:
porque no entendés que tal y como escribo, con elocuencia me expreso,
porque no aceptás que tu sed de sangre sólo mi violencia la puede calmar,
porque jamás vas a oír, si de mi depende, la nota de mi garganta que de por vida, te va a manchar.
Seguí interpretando el mismo papel para los mismos mentecatos...
antes que gastar mi tiempo en vos, prefiero irme a buscar acertijos a otro lado.
Porque esta es la verdad que siempre quisiste que te dijeran
y nunca te dejaron, o nunca te permitiste, oír.
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