Cuello
Mujer, en la aritmética de tu belleza
en los extremos de tu escote
hay dulces fresas ocultas en cada duna de piel
que el ojo del buitre evita, que el ojo del león ignora.
Mujer, tanto admirando tan suaves contornos
de mejillas tibias, de lóbulos simples,
hay para admirar un súcubo emergente,
de labios recios, en humedad y sequía.
Mujer, en tus hombros preciosos
contra viento y marea de uñas y dientes
hay gotas de diamante salpicadas en espera
que el indecente no saborea y que el fiel no tolera.
Mujer, todos los elementos citados
en los pliegues de tu pilar como escultura de belleza
me nublan al completo, me drogan sin remedio
y sólo en besos lascivos hallo momentáneo solaz.
Mujer, tan maldito es tu camino
en la tersura y en el vigor de tu cuello expuesto
que incita a la tragedia y susurra perversiones
cobra vida mi animal, y la mente sólo es ansias
que los pezones no calman, que mi orgasmo nunca llena.
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