Bifurcada reflexión

A veces las tormentas en su violencia
nos llevan de regreso a viejas decisiones tomadas;
acaso quizás, sean siempre las mismas
pero aparentan mostrarnos que hemos madurado.

Veo a mi derecha lo que mi mano izquierda ha creado,
y a mi siniestra lo que mi diestra ha destruido.
Todas, son partículas que han pertenecido a alguien y a algo,
y han pasado a ser en su transición, parte de algo, de alguien, más completo.

Puedo ver claramente por qué se gesta una lágrima,
y aún así, no puedo más que sentir la punzada del llanto.
En mi mente hay palabras exactas para capturar ideas,
más mi cuerpo no puede más que sucumbir a los instintos.

Siento en la lengua el ansia y la prisa de seguir vivo,
más mi estómago entiende la exquisitez de la paciencia.
A veces me confundo, y degusto el sabor del tiempo quieto
mientras muero de hambre por un mordisco de urgencia.

Hay un sendero bifurcado en el que presiento,
ya he estado antes, y ya las huellas se han endurecido.
Tomar la otra ruta sería más sensata para ver crecer mi futuro,
pero tal vez significaría también renunciar a la pubertad de mis sueños.

El Universo es enorme y con un destino a moldear nos ha forjado
(me gusta pensar siempre, a todos por igual, y por ello mismo nos marca diferente).
Para que el frenesí se convierta en la ruta más corta hacia la playa y el Sol,
habrá que dejar de observar paulatinamente, la forma de la Luna en la noche.


Lo más difícil de tomar una decisión,
es el tiempo que lleva madurar acordemente para elegir correctamente.

Más aun, cuando las contemplamos por segunda vez.

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