Perspectiva
Visto muy de cerca, parece que uno está metido dentro de una batalla sin cuartel.
Formando parte de la primer fila de Peones, incapaz de decidir por cuenta propia. Limitados a lo que el azar, o los planes de los que toman las decisiones hagan de (y con) nosotros, lo que haga falta.
Cerrando los ojos por primera vez, tras tomar aire profundamente y a conciencia, retrocediendo unos pasos, uno logra ver un tablero de ajedrez, de marfiles y plata, de ébano y ópalo. Aún se está muy cerca, y por ello aparece borroso aunque rutilante. Casi que puede tocarse, y seguramente ya se ha intentado, poniéndole toda fuerza.
Dando ahora un paso más atrás, se comprende el porqué de la imagen borrosa e intangible.
Ese ajedrez no es más que una proyección que emana del televisor. Como cuando uno era pequeño, que se absorbía quizás tan cerca de la pantalla, para poder meterse dentro de algo tan distante, tan lejano, aparentemente tan fantástico.
Todavía puede irse más atrás en la imagen, y darse cuenta que la imagen del televisor está conectado a una consola, y que se está teniendo el control desde el primer momento. Un juego que ha sido escogido por nosotros, viendo la totalidad de la imagen, del contexto, de los propósitos, y de los motivos por los cuales hemos elegido jugar.
Y mientras aún estás leyendo esto,
Podés cerrar una vez más los ojos,
contar hasta el número que haga falta para pensar en nada,
Inhalar con lentitud, luego exhalar profundamente,
abrir los ojos de una nueva manera,
y percatarte que aún queda una observación por contemplar.
Ahora, con la claridad de una conciencia mayor...
fijate que al lado tuyo, todo este tiempo en que te sentiste
inmerso en una realidad con un destino improbable,
contemplando de forma errática una imagen deslumbrante,
mirando de forma absorta una imagen falsa muy cercana,
y jugando a conciencia el juego que has elegido,
hay una pequeña caja repleta de otros juegos.
Formando parte de la primer fila de Peones, incapaz de decidir por cuenta propia. Limitados a lo que el azar, o los planes de los que toman las decisiones hagan de (y con) nosotros, lo que haga falta.
Cerrando los ojos por primera vez, tras tomar aire profundamente y a conciencia, retrocediendo unos pasos, uno logra ver un tablero de ajedrez, de marfiles y plata, de ébano y ópalo. Aún se está muy cerca, y por ello aparece borroso aunque rutilante. Casi que puede tocarse, y seguramente ya se ha intentado, poniéndole toda fuerza.
Dando ahora un paso más atrás, se comprende el porqué de la imagen borrosa e intangible.
Ese ajedrez no es más que una proyección que emana del televisor. Como cuando uno era pequeño, que se absorbía quizás tan cerca de la pantalla, para poder meterse dentro de algo tan distante, tan lejano, aparentemente tan fantástico.
Todavía puede irse más atrás en la imagen, y darse cuenta que la imagen del televisor está conectado a una consola, y que se está teniendo el control desde el primer momento. Un juego que ha sido escogido por nosotros, viendo la totalidad de la imagen, del contexto, de los propósitos, y de los motivos por los cuales hemos elegido jugar.
Y mientras aún estás leyendo esto,
Podés cerrar una vez más los ojos,
contar hasta el número que haga falta para pensar en nada,
Inhalar con lentitud, luego exhalar profundamente,
abrir los ojos de una nueva manera,
y percatarte que aún queda una observación por contemplar.
Ahora, con la claridad de una conciencia mayor...
fijate que al lado tuyo, todo este tiempo en que te sentiste
inmerso en una realidad con un destino improbable,
contemplando de forma errática una imagen deslumbrante,
mirando de forma absorta una imagen falsa muy cercana,
y jugando a conciencia el juego que has elegido,
hay una pequeña caja repleta de otros juegos.
Comentarios