Quimera cercana
Mañana, tarde, noche,
nada más que palabras
que separan lo que vemos a diario.
Sueño o realidad,
dos caminos que confluyen
en el punto menos conveniente
En ese cruce de caminos,
en esas circunstancias desfavorables,
volví a encontrarme contigo.
No había nada que decir,
ni siquiera nos miramos a la cara:
apenas tuvimos tiempo para desnudarnos.
Tus caderas y su contoneo
mostrábanse como siluetas luminosas
mientras en oscuridad, besabas furiosa mi boca.
Solos tú y yo por única vez,
sin nadie más a quien ocultar lo sentido,
sin nadie más que bebiera del rocío de tus piernas.
Deseé tener algo para decir,
deseé poder usar algo más que mis instintos,
pero más aún, deseé hacerte aullar...
En ese momento entendí
que no había más sonidos ni luces ni sombras:
sólo dos cuerpos buscando a ciegas eso que llaman placer.
Te distanciaste de mí, tu piel aún húmeda;
cuantos más pasos se creaban entre nosotros
tanto más, palpitaban los otros sentidos.
El cuarto se iluminó
y finalmente comprendí
cuanto más cerca el uno del otro estemos,
menos aún tendremos para ofrecernos.
Tal vez sea mejor seguir así,
y que esa ilusión llamada Destino
se encargue de seguir jugando su juego sin mí.
nada más que palabras
que separan lo que vemos a diario.
Sueño o realidad,
dos caminos que confluyen
en el punto menos conveniente
En ese cruce de caminos,
en esas circunstancias desfavorables,
volví a encontrarme contigo.
No había nada que decir,
ni siquiera nos miramos a la cara:
apenas tuvimos tiempo para desnudarnos.
Tus caderas y su contoneo
mostrábanse como siluetas luminosas
mientras en oscuridad, besabas furiosa mi boca.
Solos tú y yo por única vez,
sin nadie más a quien ocultar lo sentido,
sin nadie más que bebiera del rocío de tus piernas.
Deseé tener algo para decir,
deseé poder usar algo más que mis instintos,
pero más aún, deseé hacerte aullar...
En ese momento entendí
que no había más sonidos ni luces ni sombras:
sólo dos cuerpos buscando a ciegas eso que llaman placer.
Te distanciaste de mí, tu piel aún húmeda;
cuantos más pasos se creaban entre nosotros
tanto más, palpitaban los otros sentidos.
El cuarto se iluminó
y finalmente comprendí
cuanto más cerca el uno del otro estemos,
menos aún tendremos para ofrecernos.
Tal vez sea mejor seguir así,
y que esa ilusión llamada Destino
se encargue de seguir jugando su juego sin mí.
Comentarios