Tiempo y Mar

Ciertos días tienen el color de lo diferente en el trajinar de sus horas.
A medida que las agujas más largas van marchando
diligentes en su perpetuo y circular recorrido,
diferentes imágenes van formándose como ondas en el agua.

Esos anillos circulares, hechizados por la luz sin sombras
espantan todo espectro, ahuyentan toda pequeñez
y permiten a todos los peces relucir, renacer, y reanudar su marcha
impulsados esta vez por mucho más que su propia naturaleza.


Grácilmente, solos o en cardúmenes multicolores
despliegan sus aletas con brío, fortaleza y cristalina convicción
y se estiran más allá del confín predestinado en busca de 
algo más que una razón para dejar de no moverse.



El agua sigue siendo la misma, sin egoísmos ni dilaciones,
y como el reloj que es avatar del Tiempo mismo
sofoca, asfixia, ahoga, y eventualmente mata sin morir,
mientras sus pasos transcurren equidistantes, perfectos, rigurosos...




Como peces en el agua, nuestras ilusiones vagan en ese mar sin límites
y quizás al igual que los peces, finjan ignorar el momento de lo inevitable
en el que aquello que les da la vida también puede quitársela a placer,
y se limiten sencillamente, a aguardar un momento...





...un momento de colores, que ocurre en ciertos días como hoy,
en el que a medida que la aguja más corta se aproxima impasible 
a completar por enésima vez su solemne recorrido,
vuelve a descubrir caricias que se acercan como ondas en el agua.

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