[H]ectáreas de Saber

El problema con saber demasiado radica en creer que se lo sabe todo.

Cuando se llega a este lugar se pierden de vista los objetivos importantes de la vida y se subestima a la influencia de la estupidez como elemento fundamental en la autosuperación.

Quien cree saberlo todo desarrolla un punto de vista obstinado, postulando como objetivo un aproche tan subjetivo como cualquier otro. Así también, se niega la idea de que en la magnificencia de nuestro intelecto existan otros elementos, ramas o siquiera géneros completos que considerar o tener en cuenta. 
En todas las artes huelgan ejemplos de quienes sumidos en la arrogancia de una ignorancia selectiva, desestiman o desacreditan otras fuentes de conocimiento, perfeccionamiento o exploración.

Se dice que el saber no ocupa lugar, pero insume tiempo. Como mayor causa de antagonismos, distancias o diferencias entre personas que defienden puntos de vista se halla latente el temor de haber malgastado tiempo en la observación de otros elementos. Es tal el miedo a sentirse relegado que se lleva a extremos de violencia y agresión innecesarias.
Se postula así una escala de valores, tan subjetiva como incompleta, tan falible como incierta. Y el peor crimen de todos: se cierran de forma irracional las puertas abiertas al potencial conocimiento, a la observación del esquema en toda su magnífica plenitud.

Finalmente, aquel que cree saberlo todo, termina de coronarse como el mayor de los ignorantes.
Y si algo les falta a los ignorantes, es informarse más profundamente acerca de la humildad.

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