[H]oy (no)

Hoy el Sol brilló en abundancia, carente de calor.
Trinaron los pájaros, con su melodiosa voz, sin armonías.
Con todos los sentidos abiertos, observo, sin mirar.
Siento pesadez en mis muslos, y alma, y brazos.

Hoy no seré animal, ni un amante impetuoso,
no provocaré a tus otros labios y tampoco morderé estos.
Mi espalda carga estoica el peso de la inmortalidad,
y por ello ahora, sólo desnudo me he de acurrucar.

Acariciá mi cabello bajo la luz de las estrellas,
sentí la seda sobre las venas de mi cuello exaltado,
susurrame bendiciones que protejan a mis demonios,
ahogá mi temor a la luz con tus dedos en mi frente.

Pues he caminado mucho, y busco el abrigo de tu pecho;
en mis párpados hay una palabra que sólo podrán leer tus ojos;
en el silencio de tu compañía me arriesgo a buscar la calma,
y antes de seguir ardiendo, mis leños primarios precisan de cuidado.

Acompañame esta noche,
simulando haber jugado a los placeres;
sin más que tu belleza abrigame la boca,
sin más que tus alas, abrazame con ganas.

Sólo así el reloj seguirá su marcha,
y sólo así tendrá sentido esta caza:
con la luz de tu Luna cubrime los hombros,
hoy no me importa más que tu cálida compañía.

Mañana, sí, espero que sea otro día.

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