[H]uecos exhortos
Ya no quiero verte;
porque si así fuese,
exigiría jamás de vos separarme.
Desoigo tu voz y tus consejos.
Es la más cordial forma
de desvanecer la tiranía de mi pequeñez.
No me complace sentir tus latidos desnudos;
ese acalorado pálpito en tu pecho
sólo hipnotizaría aun más mis deseos.
No pienso, ni calculo,
tan solo, decreto:
no voy a esclavizarme a este desenfreno que siento.
Comentarios