[H]ielo

Sopla el viento con la furia de costumbre,
y a través de ellos vuelan los últimos estertores de los muertos:
lamentos sin consuelo,
cobardía desde la agonía,
postulados separados en sílabas incoherentes.

Palabras ingeniosas y ajenas mal utilizadas,
pensamientos acertados citados de forma errónea,
entonación madura y grave de frases infantiles y caprichosas.

Algunas mentes, sencillamente, nunca han sido la gran cosa.

Nunca van a faltar maestros de lo irrelevante;
Nunca van a faltar ejes de un Universo mal formulado;
Nunca van a faltar los que nunca nada aprendieron;
Nunca van a faltar, ni a ser echados en falta.

El invierno trae hielo, y a veces evoca espejismos.
Níveas y realistas pantomimas que pretendieron ser ciertas,
vomitando promesas y escupiendo juramentos de granizo,
pero se derritieron, impotentes, ante el primer rayo de -verdadero- Sol.

Algunas ilusiones, sencillamente, nunca fueron hechas para prosperar.

Son esas reflexiones que sólo pueden meditarse cuando se tiene paz mental.
De ello se deduce pues, que pocos puedan generarse conclusiones afines.

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