Verdad, pérdida y tiempo

Demorar la verdad, cualquiera sea, es una pérdida de tiempo.



Fingir no oír, no ver, no leer, no hace que las cosas dejen de existir.



Todo enojo es producto de expectativas erróneas puestas en las personas correctas.



Los desacuerdos son nada más que herramientas para sentirnos culpables por nuestras fallas.



Los deseos se transmiten a través de las palabras naturalmente dichas o artificialmente silenciadas.



Que ocurran malentendidos entre personas no justifica la venganza, el rencor, ni el capricho.


Racionalizar los sentimientos a consciencia es el peor de los sabotajes posibles.


Identificar la legitimidad de nuestros sentimientos es la única solución alcanzable.
Todo lo demás equivale
a demorar el desenlace de la verdad.



Y demorar la verdad, cualquiera sea, es una pérdida de tiempo.

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